miércoles, 21 de noviembre de 2012

LOS SIETES SABERES PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO


LOS SIETES SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO
El texto  “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, de Eduardo Morín, puede considerarse una respuesta a las barreras que presenta la educación para avanzar. Una de ellas es la resistencia de los actores principales como los docentes al cambio, otra es la falta de políticas educativas eficientes que incorporen herramientas adaptadas a las realidades cognoscitivas y tecnológicas de nuestros días, entre otras. Además de ser una muestra del discurso filosófico-poético de uno de los pensadores más agudos de la actualidad donde expresa sus ideas sobre la esencia misma de la educación del futuro, dentro de su visión de pensamiento complejo con la intensión de suscitar un debate que contribuya a ayudar a los educadores y dirigentes a dilucidar su propio pensamiento acerca de cómo orientar la educación hacia un desarrollo sostenible. Para Morín el asunto está en siete saberes fundamentales que el hombre ha conocido y descuidado y que requiere retomar para alcanzar promover valores y principios en educación que hagan posible optimizar la formación humana ante los retos del siglo XXI.
Su propuesta no es un esquema ideado como receta mágica, sino una flecha que aspira entrar hasta la última de nuestras células para que reaccionemos y fijemos nuestra atención sobre esos detalles que por su simplicidad y cotidianidad pasan desapercibidos ante los ojos de los investigadores.
De forma esquemática se presenta un resumen de la esencia de  los siete planteamientos fundamentales de Edgar Morín respecto de la educación de futuro, ellos son: 
  •   Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión
En el primer saber, Morín expone que todo conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión. El mayor error sería subestimar el problema del error y la mayor ilusión sería subestimar el problema de la ilusión, en este enfoque, señala que se torna necesario introducir y desarrollar en la educación el estudio de las características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano, de sus procesos y modalidades, de las disposiciones tanto síquicas como culturales que permitan arriesgar el error y la ilusión.
  • Los principios de un conocimiento pertinente
Señala que el papel del conocimiento es apreciar el entorno y sus relaciones de forma integral y global, en el que el ser humano sea no sólo capaz de identificar los objetos, sino aprehender de ellos y de su lugar en el marco de la naturaleza. Morín motiva a los educadores a desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana, la cual no es otra que la ubicación de las informaciones en un sistema de interrelaciones que le dé sentido de pertenencia con el todo, pero que a la vez devele la profundidad y razón de ser de las partes.
En este contexto, Morín argumenta que el predominio de un conocimiento fragmentado según las disciplinas impide a menudo operar el vínculo entre las partes y las totalidades y debe dar paso a un modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades, sus conjuntos. Es necesario enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo.
  •  Enseñar la condición humana
Resalta la misión que tenemos en lograr desarrollar la inteligencia general para resolver problemas usando el conocimiento de una manera multidimensional tomando en cuenta la complejidad. Es una reflexión acerca de lo que es el hombre en su total dimensión, de  el ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico, en tal sentido, expresa Morín, indicando que en toda esa composición del hombre está dispersa la educación a través de las disciplinas, impidiendo una verdadera unidad que permita reunir y organizar los conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza, las ciencias humanas, la literatura, la filosofía, entre otras. Morín hace énfasis en este saber, y al cual nos suscribimos totalmente, es que la unión entre la unidad y la diversidad de todo, es lo que se traduce en la condición humana. Propone que es posible reconocer la unidad y la complejidad humanas reuniendo y organizando conocimientos dispersos en las ciencias y mostrar la unión indisoluble entre la unidad y la diversidad de todo lo que es humano, ya que el hombre solo se completa como ser plenamente humano por y en la cultura. No hay cultura sin cerebro humano  y no hay mente  sin cultura.
  •   Enseñar la identidad terrenal.
Este saber lo enfoca Morín respondiendo a la necesidad de que el hombre conozca su lugar en el universo, señala que el ser humano no podrá entender su realidad sólo comprendiendo su condición humana, sino interpretando, e internalizando la condición del mundo que hoy se muestra en una era planetaria, cuya fase actual es la mundialización. A lo largo de la explicación que da acerca de este saber, Morín hace énfasis en que la mundialización es uno de los problemas de nuestro tiempo y de la necesidad de un pensamiento policéntrico por parte de la educación para la identidad y la conciencia terrenal., que tenga la condición de un universalismo no abstracto, sino consiente de la unidad-diversidad de la condición humana.
Enfoca temáticas que deben abordarse como la era planetaria en donde el  mundo se vuelve cada vez más un todo, es necesaria una noción más rica y compleja del desarrollo, que sea no sólo material, sino también intelectual, afectivo, moral; las armas nucleares y los nuevos peligros, la dominación desenfrenada de la naturaleza por la técnica conduce a la humanidad al suicidio, entre otras.
  •   Afrontar las incertidumbres.
Hace un llamado a la educación, como sistema, a que se preocupe más por comprender el campo de las incertidumbres pero desde la óptica de la certeza; es decir, que el educador asuma la responsabilidad de generar estrategias alternativas ante los acontecimientos o hechos inesperados, lo que debe ir acompañado con el liderazgo transformacional para enfrentar con plenitud los cambios.
  •  Enseñar la comprensión
Este saber genera la respuesta a la necesidad de que el ser humano aprecie con sus sentidos el conocimiento y no se quede en superficialidades. El diálogo es una vía para que el hombre cultive su intelecto y comprenda la heterogeneidad y complejidad de su mundo. A pesar de la amplitud en el ámbito de la información y la comunicación, hay debilidad en la comprensión de los mensajes, por ello es preciso enseñar a comprender.
  •   La ética del género humano.
Morín aborda este saber desde la perspectiva que la ética debe formarse en las mentes a partir de la conciencia de que el humano es individuo- sociedad- especie. La educación debe no sólo contribuir a una toma de conciencia de nuestra Tierra-Patria, sino también permitir que esta conciencia se traduzca en voluntad de realizar la ciudadanía terrenal. Enfoca la relación con el cumplimiento del deber de enseñar a comprender, la educación debe conducir a un proceso constante de interacción y comunicación entre el individuo-la sociedad-y la especie.
“Es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza”. (B. Fontal)

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